Científicos de la Universidad de Greenwich, en el Reino Unido, tras una
revisión de numerosos otros estudios, los investigadores han llegado a la
conclusión de que un aumento del 0,08% de los niveles de alcohol en sangre
son suficientes para alterar el umbral del dolor. Es decir, de actuar como si
de un analgésico se tratase, aumentando la cantidad de dolor que podemos
experimentar sin sufrir.
Tras comparar más de 18 experimentos distintos, los científicos
creen que la medida necesaria sería la equivalente a dos botellas. Esta cantidad
de alcohol reduciría el dolor en un 24%, según los estudios realizados.
Existen algunas hipótesis,
como que algún componente de la cerveza actúa sobre unos receptores sensoriales
concretos, pero nada ha sido confirmado.
Por lo tanto la ciencia tendrá
que seguir investigando y sacar conclusiones.
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